Un lunes cualquiera de una semana cualquiera. Paseo por la ciudad y no paro de alucinar. Todo el mundo tiene la mirada fija en el móvil.
Una mujer va en el coche pero no va pendiente de la carretera si no de dejar otro estúpido mensajito en su grupo de wasap. Eso no es lo malo si no el accidente que está a punto de provocar por no dejar pasar al peatón que cruzaba confiado con su semáforo en verde. Ahora es un transeúnte el que va obsesionado con el móvil y casi es atropellado por cruzar sin mirar.
Voy al banco a poner la libreta al día. Tengo que esperar más de la cuenta ya que la cajera está mandado un mensajito por su telefonito.
El caso enfermizo se repite en cualquier rincón: en el asfalto, en el parque, en la arena, en la tienda, en la sala de espera, en el hospital, en el banco, en el hostal, en el la parada del bus, en la plaza, en el desayuno, comida o cena. Lo que más me llamó la atención fue cuando estaba en el teatro y varios espectadores seguían utilizando el móvil con la función empezaba mandándose mensajes sin ton ni son, a pesar del aviso inicial de que se debía mantener el teléfono apagado durante la representación.
Cualquiera de ustedes podría poner un ejemplo similar. Aquí les dejo esta historia por si quieren comentar.
El fotógrafo francés Antoine Geiger imagina nuestros móviles como "los devoradores de almas" como elemento adictivo y nocivo por el uso excesivo.
Hoy en día debemos utilizar las nuevas tecnologías y aprovecharnos de los beneficios de las mismas, pero cómo determinar la frontera entre una utilización sana y una adicción.
¿Es realmente necesario el uso desmedido que se hace del telefonito en nuestros días?
Pienso que el uso del móvil es excesivo. Incluso una falta de respeto cuando se escucha su sonido en una representación teatral o en algún acto. Hace años, vivíamos felices sin tenerlo y ahora no podemos pasar sin él ni un segundo. En mi opinión, se hace un uso desmedido. Efectivamente, están muy bien los grandes avances tecnológicos, pero hay que aprovecharlos en su justa medida.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana.
Ya ha habido hasta más de uno y una que ha muerto por la calle atropellado por los coches, por ir mirando y hablando con el puto móvil, por no fijarse en los semáforos y en los pasos peatonales. Sin contar los que mueren al volante, por usar el móvil mientras conducen, a pesar de que está prohibido la gente no hace caso. Como ya hemos comentado, esta tecnología se ha convertido en una epidemia muy enfermiza
ResponderEliminarUn abrazo. .
Creo que no. Besos.
ResponderEliminarHola Manuel, con el tiempo terminamos hablando con señales de humo. Con lo emotivo que es tener charlas entre las personas, y cada vez se esta perdiendo, con el uso del Móvil.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta la foto de la entrada... y sé como hacerla... Me animaré algún día a reflejar como me succiona el alma un móvil... ¡Cuidado con los dementores de las nuevas tecnologías!
ResponderEliminarSaludos para todos los que comentaron.
ResponderEliminar¡Feliz domingo!
¡Feliz domingo!
ResponderEliminarBuenos días Amalia.
Eliminar¡Feliz semana!
Creo que abusar, de lo que sea, nunca es bueno. Esto de los móviles es una verdadera adición, una droga legal que nunca había imaginado. Pero también pienso que cabe la esperanza, acudo con cierta frecuencia a conferencias, algunas en la Universidad, no hace mucho, en una de ellas con aplastante mayoría de público muy joven, no se escuchó sonido ni vibración de un móvil en todo el tiempo, y en lo que yo pude ver tampoco a nadie utilizándolo; hace tan sólo unos días pude observar lo mismo en un teatro. Parece que hay esperanza, amigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que abusar, de lo que sea, nunca es bueno. Esto de los móviles es una verdadera adición, una droga legal que nunca había imaginado. Pero también pienso que cabe la esperanza, acudo con cierta frecuencia a conferencias, algunas en la Universidad, no hace mucho, en una de ellas con aplastante mayoría de público muy joven, no se escuchó sonido ni vibración de un móvil en todo el tiempo, y en lo que yo pude ver tampoco a nadie utilizándolo; hace tan sólo unos días pude observar lo mismo en un teatro. Parece que hay esperanza, amigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esperemos.
EliminarLa esperanza es lo último que se pierde.
Un abrazo.
Hola Manuel!!!
ResponderEliminarLo cierto es que los móviles están dejando de lado la conversaciones, las cosas más cotidianas parecen estar quedando relegadas a nada, porque al fin y al cabo, es algo que si uno no habla ahora puede hacerlo más tarde y sin embargo la gente va (y vamos porque alguna vez que otra yo misma me he dicho, pero déjalo ya) sin prestar atención a lo que tiene delante y sin embargo parece como si le fuera la vida con esos trastos. Pienso que las cosas con mesura y conciencia son muy útiles, pero cuando se nos van de las manos, malo.
Saludos.
Cierto.
EliminarEn el término medio está la virtud.
Nos obligamos nosotros solitos a depender de esa máquina, es como un aditivo que se introduce en nuestra vida diaria, y no sabemos hasta que punto es saludable su utilización. Hay verdaderos casos insólitos del uso que se hace, algunas personas no respetan el silencio, ni de la iglesia, sin ir más lejos yo fui a un funeral por la muerte de un amigo y en medio de tanto dolor se escucha un móvil y sorprendente era del sacerdote. en fin somo esclavos de una máquina con eso lo digo todo.
ResponderEliminarSaludos Manuel.
Puri