Llegó el última día del curso escolar. Escucho la sirena que anuncia la hora de la partida. Son momentos para recordar y también de despedida. Hoy los chicos y las chicas de mi clase no salieron corriendo, como lo hacían otros días. Hoy se quedaron unos minutos más de lo habitual para despedirse de sus compañer@s, con l@s que convivieron todos estos años en el colegio.
Observo la última escena de la clase en los momentos previos a la salida:
abrazos, sonrisas y lágrimas, regalos y chucherías.
Una niña se acerca y me entrega un emotivo obsequio: un cuadernito con una portada repleta de purpurina y en cuyo interior están las dedicatorias de todos mis alumnos. Leo las bellas palabras y agradezco el bonito detalle.
Y como en una obra de teatro, de forma repentina, llega el momento de echar el telón.
Entonces, me doy cuenta de lo rápido que pasa la vida.
Y escucho por última vez el silencio de la clase cuando se queda vacía.
¿Sobrecoge un poco, verdad?
ResponderEliminarMis felicidades a tus alumnos y a ti, ese regalo vale su peso en oro molido, como decía mi padre cuando hacía referencia a algo de máximo valor.
Un abrazo.
Cierto amigo Esteban.
EliminarAdemás la portada estaba bañada realmente con purpurina dorada que tiene más valor que el mencionado oro molido.
Gracias por llegar hasta aquí y que tengas un verano FELIZ.
Aquí sí que nos quedamos "vacíos".
ResponderEliminar- Con el depósito agotado.
- Con el cuerpo extrañamente flojo, relajado
- Con los alumnos con que convivimos, ya lejos y apartados
- Con la cabeza desalojando programaciones, trabajos, notas.
- Con el calendario de las actividades del verano instalándose en nuestra mente
- Con la imagen de nuestros alumnos escurriéndose de la memoria...
¡Hasta empezar de nuevo en un par de meses!
¡Felices vacaciones!
Así nos quedamos (como diría aquella canción)
Eliminar"Extraño como un pato en el Manzanares,
torpe como un suicida sin vocación,
absurdo como un belga por soleares,
vacío como una isla sin Robinson...
¡Hola Manuel!
ResponderEliminar¡Mil gracias desde mi corazón! Y cuando un profesor recibe un obsequio de sus alumnos, es que se lo tiene bien merecido. Suerte con tus alumnos, Manuel.
Uno de mis hijos, también profesor de instituto...
Te dejo un saludo muy cordial y toda mi estima.
Se muy muy feliz.
¡Hola Manuel!
ResponderEliminar¡Mil gracias desde mi corazón! Y cuando un profesor recibe un obsequio de sus alumnos, es que se lo tiene bien merecido. Suerte con tus alumnos, Manuel.
Uno de mis hijos, también profesor de instituto...
Te dejo un saludo muy cordial y toda mi estima.
Se muy muy feliz.
Mil + Mil = DOS MIL
EliminarDOS mil Gracias para ti Marina.
Los comentarios salen por duplicado.
No sé por qué.
¡Feliz semana!
Querido amigo! entra a mi blog! y dale una mirada!!! Va con mucho cariño!!
ResponderEliminarAhora voy para allá.
Eliminar¡Gracias por dejar tu huella!
Manuel, soy Rosa. Aunque ya halla pasado esa maravillosa época del colegio. Quiero que sepas que fuiste un gran profesor, y una gran persona.
ResponderEliminarMe alegra mucho ver tu comentario.
EliminarEspero que sigas siendo tan aplicada en el instituto.
¡Mucha suerte en tu nueva etapa educativa!